Odio ser la esclava del sostén. Desde que tengo uso de razón las quise tener pequeñas para poder exhibir los mejores y más profundos escotes sin ningún tipo de problema o pudor; o mejor aún para simplemente tener el mayor placer sencillo de la vida, salir a la calle en tetas, libres, poderosas, firmes, naturales, no tener que ser NUNCA más la esclava del sostén. Por eso desde los 9 años nunca entendí cómo las mujeres querían esos cocos operados a su máxima potencia. Con el paso de los años sigo queriendo los senos pequeños, pero acepto mis grandes, caídos y hermosos senos, que no son el ideal de belleza que nos inculcaron pero son hermosos a su manera.