A los 11 años, cuando sólo ocupaba mi mente en jugar, en un momento inesperado comenzaron a brotar unos pequeños bultitos en mis pezones que me hacían sentir muy incómoda en todo momento porque no pasaban desapercibidos a la hora de vestirme, a la vez que había un constante dolor a medida que crecían. En poco tiempo comencé a usar "acostumbradores" hasta que se hizo necesaria la compra de mi primer "brassier", recuerdo que ese día me enamore de mis tetas. Al llegar a la secundaria, cuando el estereotipo físico es un requisito indispensable para catalogarte en ciertos grupos (las más buenas, las de tetas grades, las de trasero grande...), aún cuando mis senos encajaban en el de "las tetas grandes", me hacían bullying porque nunca se me veían con el uniforme ya que mi contextura es delgada y esa vestimenta me quedaba grande, así que me catalogaban en el grupo de "las planchadas, las nadadoras", hasta que me veían con vestimenta casual y sus percepciones cambiaban. Mis testas eran para mí una especie de "Belleza oculta". Por otro lado veía a mis amigas acomplejadas con sus senos pequeños, metiéndose medias o papel higiénico en sus brassieres para que se les vieran grandes y poder encajar en el estereotipo, pensando y reuniendo dinero para una cirugía que les meta silicona y olvidarse para siempre de los Push Up. No crítico a quien se opera los senos pero en particular no me gustan las prótesis ni en mi, ni en nadie, es cierto, en algunos casos se ven bonitas, pero igual no me gustan. En lo personal amo mis tetas desde siempre, me encantan al natural, me siento bien mostrándolas, me encantaría que siempre estuvieran libres pero la sociedad existe, así que algún día cumpliré mi sueño y me iré a una playa nudista.