Soy hermana, soy hija, soy tía, soy prima, soy sobrina, soy amiga, ¡SOY MUJER! Todo esto gracias a Dios, pero también soy mamá... Y aunque también se lo debo a Dios, soy mamá de dos hermosos príncipes, gracias a mi esposo... Con mucho orgullo, di "teta" a mis hijos. Los alimente no sólo con amor, si no con mis tetas. Es la mejor experiencia por la que he pasado. Y lucho para que cada mujer lo haga. Con mi primer hijo, pase de 32 a ¡38! Fue un choque fuerte, pues veía a cada una que había dado a luz, flaca y dando tetero... Y por supuesto, ¡con sus tetas en su sitio! Y durante mucho tiempo pensé, "me las operaré". No me pondré silicón, no quiero cosas extrañas en mi cuerpo, pero si pensé en subírmelas un poco, por aquello de que se vieran bonitas... Luego tengo a mi segundo hijo, y ahí pensé, vaya, menos mal no me las opere, las hubiese perdido... Y de verdad, fue lo mejor. Si, a mi esposo le costó verlas, aceptarlas. Pero por ese mismo modo, yo también las acepté, después de todo, amamante a dos criaturas y ¡soy perfecta! ¿Por qué? Porqué son mis tetas. Y decido si me gustan, si las subo, si me las dejo como son... Es duro conseguir sostenes a tu medida, y a veces, siento pena diciendo la talla. Pero veo a mis hijos, veo a mi esposo, y digo: ¡Vaya! Bien valen la pena esos números... Caídas o en su sitio, feas o bonitas, derechas o torcidas.. ¡¡¡Son mis tetas!!! Gracias a mi esposo por aceptarme. Gracias a mis tetas, por alimentar a mis hijos. Gracias a Dios por tenerlas sanas y fuertes...